9 de mayo de 2017

Sara es nombre de princesa - Introducción

SARA ES NOMBRE DE PRINCESA
Autor: Mara R. Jade
Editorial: Autopublicado en Amazon.
Nº de páginas: 507
Género: Ficción histórica.
 SINOPSIS:
En el día de su decimosexto cumpleaños, la joven Sara Galván experimentará como toda su vida da un giro radical...

Los terribles acontecimientos vividos ese fatídico día. La llevarán a vivir, una emocionante aventura cargada de amor y misterio, en el convulso y glorioso siglo XVII. Junto a un atractivo Capitán de los Tercios españoles, Gaspard Pizarro. Cuyo destino histórico está a punto de rebelarse.


INTRODUCCIÓN

15 de mayo de 2002

Casa Galván, La Moraleja, Madrid, 22h

Querido diario:

Hoy he cumplido dieciséis años y en el calendario he vuelto a tachar uno más, festejándolo en la pradera de San Isidro junto a mi familia. Aunque en esta ocasión me habría encantado otra celebración distinta. Mis padres no quieren darse cuenta de que ya no soy una niña y de que ya no me entusiasma como antes, celebrar mi cumpleaños en su compañía y en la de mi hermano Hugo. Mi intención era la de salir con mis amigos a tomar algo por el centro de Madri, y luego terminar con algún refresco y una buena charla en cualquier plaza al disfrute de la cálida tarde. Pero como siempre no supe negarme a sus deseos al ver la tristeza reflejada en el rostro de mi madre: "El año que viene será distinto, hija. Te lo
prometo. A tu padre y a mí nos gustaría celebrar contigo por última vez, el día de tu nacimiento. Tu hermano y tú estáis creciendo tan deprisa. casi ha sido un suspiro como han pasado los años. Todavía me parece estar viendo a aquella preciosa niñita rubia que dormía plácida entre mis brazos. Apenas medías cincuenta centímetros y, ¡Mírate! Ahora casi rozas el metro setenta y sigues siendo tan bonita. Pronto comezarás el bachillerato, y luego, irás a la universidad y tus pobres padres apenas te veremos...". No pude oponerme. Parecía tan triste. Así que, complaciente accedí a sus deseos.

Estoy cansada. Madrugamos bastante. Mamá quería hacer unas tortillas de patatas y también freír unos pimientos como complemento y estuve en la cocina echándole una mano. No quiso que nuestra cocinera, las preparara. Según ella, su toque no era el mismo y el producto final no sabía igual. (Entre tú y yo, estoy de acuerdo). Por muy bien que cocine nuestra chef filipina, no iguala a las manos de mi madre. Al menos en lo referente a tortillas de patatas...

Mientras nosotras nos afanábamos entre fogones, mi padre organizaba el coche con la enfurruñada ayuda de Hugo, que ya tiene trece años y comienza a dar muestras de su pre-adolescencia mostrándose independiente y con grandes cambios de humor. Tampoco a él le entusiasmaba demasiado la idea de pasar el día con nuestros padres. En fin, que a eso de las siete y media de la mañana salíamos todos, camino de la pradera. Había que partir temprano o de lo contrario cuando quisiéramos llegar, ya no habría sitio para aparcar el coche y más, yendo desde tan lejos. Nuestra hermosa casa situada en el Paseo de la
Marquesa Viuda de Aldama pronto quedó atrás y los bellos parques y bosquecillos de nuestra urbanización fueron sustituidos por el asfalto y el ladrillo de la capita. Tomamos la M-40 y un poco más tarde atravesábamos los túneles del Pardo para incorporarnos a la M-30. Tras cuarenta minutos de viaje y con unas autopistas vacías, llegamos a San Isidro. Aparcamos sin problemas, y ante la satisfecha sonrisa de mi padre, que un año más, había conseguido su objetivo: Llegar de los primeros y coger un buen lugar en la pradera donde extender nuestro mantel y pasar el día.

Haragana me dejé caer sobre la hierba y despierta eché a volar mi imaginación por unos minutos, con el anhelo de poder admirar frente a mí, un día más, como en el instituto, los preciosos ojos verdes de Cristóbal, el único chico que en dieciséis años me ha interesado y que en cambio, es aborrecido por mi progenitor.

Mientras mis padres me dejaban hogazanear, ellos terminaron de colocar todos los aperos sobre el mantel. Mi padre me miró indulgente, de soslayo, un par de veces. "Si supiera lo que la niña de sus ojos, pensaba". Es un buen hombre pero tozudo hasta la saciedad. Sé que opina que soy demasiado joven para pensar en novios y mucho menos en Cristóbal, al que ve como a un atolondrado jovenzuelo, que solo piensa en motos y juegos de consola. Según él, "yo debo de concentrarme en mis estudios y en conseguir llegar lo má lejos que pueda en la vida". Lo cierto, es que no soy tan pretenciosa como él. Soy
testaruda, eso sí lo he heredado de su carácter, pero no así, la ambición. Jamás seré militar. No me gustan las armas. Con toda probabilidad esa será la profesión elegida por mi hermano, al que le encanta todo lo relacionado con la guerra, y mucho menos llegaré a ser consejera del rey, que es el cargo que en la actualidad, ostenta mi padre. Consejero de nuestro actual monarca. Su alteza Real Juan Carlos I.
Admiro en lo más profundo a mi padre. Esa es la verdad. Ha llegado a su posición gracias a su esfuerzo y su valía, siendo tan solo el hijo de un simple comerciante y un ama de casa. Eso tiene un mérito enorme. Pero yo, pertenezco a otra generación y deseo vivir mi vida, de otra manera. Espero que cuando llegue el momento de sentarnos y hablarlo, pueda entenderme.

El resto del día ha pasado para mí sin pena ni gloria. Entre pinchos de tortilla, pimientos y rosquillas del santo. Fuimos a la verbena y gastamos unos euros en las tómbolas. Mipadre, gracias a su excelente puntería ganó unos cuantos peluches. Con una gran sonrisa los dejó entre mis brazos. ¿Es qué no entiende que los peluches ya no me hacen gracia? ¡Pobre! Compasiva sonreí, y resignada cargué con ellos durante nuestra estancia en la feria. Ahora me observan tristes y abandonados sobre la colcha de mi cama.

Regresamos al hogar poco después de las nueve de la noche y aquí me encuentro, mi diario, garabateando estas frases en tus páginas, como desahogo a mi frustración y también dando tiempo a mi familia. Piensan que no me doy cuenta, pero sé que cuando baje tendrán dispuesta una enorme tarta de cumpleaños, con las velas encendidas y listas para ser sopladas. Este año, una más. Desde aquí oigo sus voces susurrantes, poniendo empeño en disimular la sorpresa que tienen para mí. Luego como colofón prepararemos unos boles de palomitas y veremos alguna película en el plasma. Todos juntos.

¡Tengo ganas de que ya termine este día! Deseo dormirme pronto y que llegue mañana lo antes posible. Anhelo regresar al instituto, a mi rutina y volver a ver a Cristóbal para perderme en sus ojos verdes como un lago en calma.

Sara.

 








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